La participación femenina en la minería peruana sigue siendo baja en comparación con otros países de Latinoamérica, según datos del Ministerio de Energía y Minas. Al cierre de septiembre de 2024, solo el 7,5% de la fuerza laboral minera estaba constituida por mujeres, apenas un punto porcentual más que hace once años, cuando representaban el 6,5%.
Karina Zevallos, presidenta de Women in Mining (WIM) Perú y directora del Instituto de Ingenieros de Minas del Perú (IIMP), destacó que este porcentaje está muy por debajo del promedio global del 11%. Además, comparó la situación peruana con la de países vecinos como Bolivia, donde la participación femenina en minería alcanza el 25%, a pesar de que su industria minera es significativamente menor. En Argentina, México y Colombia, los porcentajes son del 12%, 17% y 18%, respectivamente.
En el Perú, la distribución de mujeres en el sector revela desigualdades notables. Mientras que ocupan el 11% de los puestos de liderazgo y el 22% de las posiciones administrativas, su presencia en operaciones y plantas se reduce al 5% y 4%, respectivamente. Estas áreas siguen siendo percibidas como predominantemente masculinas, lo que limita el avance hacia una mayor equidad.
Zevallos atribuyó esta situación a la falta de objetivos claros y medibles a nivel nacional. Aunque algunas empresas del sector implementan indicadores internos para fomentar la equidad de género, estas iniciativas no son obligatorias ni generalizadas. «Tenemos un marco normativo, pero carecemos de metas específicas y evaluables que impulsen un cambio significativo», señaló en entrevista con El Comercio.
Como solución, la presidenta de WIM Perú propuso incluir indicadores de equidad de género en la política multisectorial minera al 2050 publicada recientemente por el Ministerio de Energía y Minas. Este enfoque permitiría monitorear avances concretos y alinear al sector con estándares internacionales de igualdad laboral.
El desarrollo de estrategias inclusivas en la minería no solo representa una cuestión de justicia social, sino también una oportunidad para fortalecer la competitividad del sector, al incorporar más talento femenino en todos los niveles de la industria.